lunes, 29 de abril de 2024

De lo anecdótico a la rotundidad, la clase y el concepto

Facebook
Twitter
WhatsApp

Noticia

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
De lo anecdótico a la rotundidad, la clase y el concepto. Después de una pandemia y una prohibición calculada, los toros regresaban a la plaza de toros de Las Ventas. Llegó con un regreso monumental, a la altura de la plaza, regresó con la rotundidad de Diego Ventura, la clase de El Juli y el concepto de Guillermo García. La anécdota también llegó de la mano de Enrique Ponce, al que le tuvieron que cambiar hasta dos astados, no tuvo excesivas opciones, pero encontró las mínimas teclas que había que tocar. Siempre a base de caricias. Manzanares, Perera y Ureña no se dejaron nada por demostrar, a la altura de las circunstancias, manteniendo el ritmo. La anécdota quedará atrás para recuperar la normalidad.

Abría la tarde “Montecillo” al que Ventura trató de recibir a portagayola. Lo enceló en los medios, haciéndolo seguir la grupa, hasta pararlo e ir a buscarlo y dejar el rejón de castigo. Con “Fabuloso”, siguió trabajando en el temple del astado, dejó una impresionante banderilla al quiebro en la que costó mantener la respiración. Lo incitaba, yendo a buscarlo y arriesgando con piruetas en la cara del astado. Con “Lío” lo ató en corto, llevándolo muy metido, provocándolo. Le quitó la cabezada y siguió toreando dejando una actuación exquisita, digna de la plaza en la que estaba. Quiso cerrar los últimos compases con tres banderillas cortas que precedieron a un rejón de muerte en todo lo alto, aunque ligeramente contraria.
“Triguero” y Ponce daban paso al toreo a pie. Lo recibió genuflexo en la tela, con ritmo, para sacarlo hacia el tercio y rematarlo. Finalmente, este segundo inválido fue devuelto a corrales. En su lugar salió “Onírico”, un animal que salía suelto y al que la voz no le devolvía a la tela. Le ganó pasos e intentó envolverlo en la tela. Quedó, aparentemente, inservible y también fue devuelto. Salió “Mariposo” de Carmen Lorenzo, un animal buscón al que también le costaba encelarse. Lo dejaron correr, salió suelto. El inicio de faena fue lento, tratando de acariciar las embestidas, pero rectificando. Lo toreaba uno a uno, sin ligazón, pero quiso aprovechar la inercia que este tomaba tras tomar el primer muletazo. No se le podía exigir, le aliviaba todo lo que fuera por alto. Tanteó y jugó a su favor, solo así encontró el ritmo y la continuidad sobre el pitón izquierdo. Mató sin acierto.
El Juli recibió en su capote a “Picante”, lo enceló a cámara lenta, templando la embestida. Tras un emotivo brindis empezó su faena por abajo, genuflexo, sometiéndole, probándolo. Rápidamente le cambió los terrenos, y le dio sitio. Ese toreo cadencioso y bajo, lo miraba dejándolo pasar a su compás, llevándolo en largo, pero sin agobios, siempre dándole su sitio, invitándolo a repetir. El Juli supo aprovechar las condiciones, con un cite delantero, dejándosela muerta y tirando del astado, había calidad. Trazó la series en una baldosa, domeñó a un animal que respondía humillando y colocando la cara. Estaba calando en los tendidos. Tanto quiso bajar la mano que el animal topó con la tela. Acortó distancias y sin moverse se dejaba pasar al encastado y enclasado tercero. La suerte suprema, en todo lo alto, culminó una faena de altura.
“Jabaleño” y Manzanares trataron de acoplarse en el saludo capote. El animal había que llevarlo muy metido, aunque sin evitar que hiciera cosas un tanto extrañas, apretando. Se enceló en el caballo, empujando de riñones. Lo tanteó, moviéndolo, buscándolo por abajo, así comenzaba su faena. El animal tenía fijeza, recorrido y mucha fuerza, sin embargo, seguía apretando y metiéndose por dentro. Un peligro sordo que afeaba, pues se quedaba encima, acortando el recorrido y buscando el cuerpo y no la tela. Manzanares le dio sitio y trató de llevarlo en largo, pero era muy complicado de torear. Le abrió el compás y por el pitón derecho lo hizo romper. Sin embargo, fue una serie antes del punto de inflexión del animal, volvía la raza del diestro para poder sobreponerse y sacar faena, la cual más que meritoria. Tuvo acierto y aseo con los aceros.
“Belicoso” salía muy despacio de chiqueros, reservando, sin rematar. Miguel Ángel Perera lo recibió en el capote, en una interesante labor de brega en el tercio. Un inicio comprometido y arriesgado en el que decidió plantarse de rodillas en los medios y pasárselo cambiado por la espalda. El animal seguía el engaño con habilidad, así que Perera no se quiso exceder, lo mimó, bajándole paulatinamente la mano. Respondía con fijeza, planeando, colocando la cara, muy despacio, parando el tiempo, sobre el pitón derecho. Había dulzura y un mar de naturales que, aguantando en la distancia corta, trató de exprimir. Sin embargo, el astado respondía mejor en las distancias largas y no en la Tauromaquia de sometimiento corto, en el que el animal se queda corto y protesta, embistiendo a la defensiva. Perera toreó con determinación, buscando las teclas. Estoqueó con acierto.
Paco Ureña se reencontraba con la afición venteña con “Regidor”. Llevó a cabo una brega sutil con la que trató de enseñar su embestida. Lo tanteó en largo, sin evitar que el animal perdiera las manos. Lo esperó, lo quiso llevar muy despacio, envolviéndolo en su cadera. Toreando a su favor, esperándolo con la tela, adaptándose a su embestida, con precisión. Configuraba cada tanda a medida, citándolo con el pico, cruzándose, corrigiendo, tratando de tirar y meterlo en el natural. La transmisión del astado era escasa y costaba encontrar luz en la faena, a pesar del empeño de Ureña. Fue fulminante en la suerte suprema.
Guillermo recibió por una larga afarolada al último, con determinación, aprovechando las virtudes del novillo. A buen son, manteniendo el compás, lo tanteó por ambos pitones hasta sacarlo al tercio. Lo buscó en las largas distancias, aprovechando la inercia, citándolo con mucha verdad, alargando la embestida, para después, con determinación, girar la muñeca y devolverlo a la tela. El animal solo veía muleta. Guillermo partía las tandas, antes de que se descompusiera, aguantando los ritmos. Las embestidas estaban más que cuidadas y templadas. El toreo al natural fue ligado, muy cruzado, en corto, con seguridad, aguantándole. En circular lo envolvía a cámara lenta, en largo. Culminó exponiéndose, con un sutil toreo en redondo con el que el astado lo encunó. Deslució la espada, pero hundió el acero al segundo intento.

Madrid. Toros de El Capea, Juan Pedro Domecq, Garcigrande, Victoriano del Rio, Fuente Ymbro, Jandilla y El Parralejo para Diego Ventura, dos orejas; Enrique Ponce, silencio tras aviso ; Julián López El Juli, dos orejas; José María Manzanares, oreja; Miguel Ángel Perera, oreja; Paco Ureña, aplausos; Guillermo García, oreja tras aviso.

FOTO: TAURONOTA

PUBLICIDAD


Entradas Relacionadas

Scroll al inicio