miércoles, 8 de mayo de 2024

Los “Paletos” en el toreo

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Artículo 

RICARDO BEDIA


  
La Tauromaquia es una actividad muy relacionada con el mundo rural, tanto por ser en el campo donde se crían las reses que se lidian en festejos formales como en los festejos populares. Muchos habitantes de la ciudad llaman ‘paletos’ a las gentes que habitan en las zonas rurales como forma despectiva para dirigirse hacia ellos. Bueno, pues en el mundo taurino hay dos “paletos” que han marcado muy positivamente la historia del toreo. Uno es Victorino Martín Andrés, conocido como “el paleto de Galapagar” y Domingo López Ortega conocido en los carteles como Domingo Ortega “el paleto de Borox”.
Conozcamos la historia de ambos personajes…
Domingo Ortega nace en la toledana localidad de Borox, uno de los pueblos de la taurina comarca toledana de la Sagra, el 25 de febrero de 1906. Pasó su juventud dando tumbos por las capeas que se organizaban en aquellos años por los muchos pueblos de nuestra piel de toro. En esas capeas Domingo Ortega aprendió a defenderse de las reses bravas o de media casta que abundaban en esos festejos populares. Por lo tanto, no sabía nada de las reformas o cambios que habían impulsado en la Edad de Oro del toreo Joselito “El Gallo” y Juan Belmonte y más tarde Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo” en los años 20.
Domingo Ortega tras torear varias novilladas, las últimas en Barcelona tomó la alternativa en Barcelona el 8 de marzo de 1931 de manos de Gitanillo de Triana, que le cedió un toro de la ganadería de Juliana Calvo, procedencia de la del Marqués de Albaserrada. Confirmó alternativa en Madrid de manos de Nicanor Villalta el 16 de junio de 1932 con toros de Julián Fernández. Su última corrida fue en la Feria del Pilar de Zaragoza el 14 de octubre de 1954. Después tomó parte en numerosos festivales benéficos.
Su tauromaquia se basaba en poder a los toros y dominarlos para después de dominar totalmente al animal, si el animal lo permitía (todavía no se había acabado de depurar la cabaña brava por los cambios impulsados por Joselito “el Gallo” en la segunda década del siglo XX tras optar por la casta Vistahermosa), desarrollar una tauromaquia elegante y de adornos. Aunque su toreo poderoso no encontró continuadores ya que la tauromaquia iba por el camino que habían iniciado veinte años atrás los Belmonte, Joselito y Chicuelo y que habían apuntalado los toreros de la generación de Manuel Rodríguez “Manolete”. Una de las innovaciones que introdujo en la fiesta fue la introducción de las dos rayas que marcan el ruedo para ubicar donde se desarrollan la suerte de varas.
Hay que destacar que como muchos toreros fue ganadero después de su retirada con ganado procedente de Parladé vía Clemente Tassara, su hierro fue comprado posteriormente por Domingo Hernández, que a su vez se lo vendió a Juan Pedro Domecq. Por último destacaremos que fue un prolijo conferenciante y participó en diferentes coloquios donde junto con personajes como Ortega y Gasset exponía sus ideas sobre la tauromaquia.
Ahora pasaremos a hablar del otro paleto, el de ‘Galapagar’. Victorino nace en la localidad madrileña de Galapagar. Al morir su padre en los primeros días de la Guerra Civil, se convierte en el cabeza de familia. Con 16 años se hace cargo de la carnicería de su tío Mateo en Torrelodones, ampliando el negocio con sus hermanos Adolfo y Venancio años más tardes. Económicamente les va bien gracias a los veraneantes de Madrid. El negocio de la carne le introduce a él y a sus hermanos en el trato de ganado, mucho de este ganado era de raza morucha, utilizado en los festejos populares de la zona Centro de España.
En 1953 tras cambiar las vacas moruchas por ganado bravo de Manolo González (Machaquito) ingresan en la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia con el hierro de la V, con el que posteriormente herrará Adolfo Martín su ganado cuando se separa de sus hermanos más tarde. Llega a sus oídos la noticia de que los Hermanos Escudero Calvo venden la ganadería del Marqués de Albaserrada, que estaba dividida en tres partes. Hasta que no tuvieron en sus manos las tres partes en que estaba dividida la ganadería no pudo lidiar a su nombre, fue el 29 de junio de 1967 en la que ya pudo hacerlo en la localidad cántabra de Castro Urdiales.
El 2 de junio de 1968 está a punto de matarle, tras infligirle varias cornadas, el semental Hospiciano. Su debut en Madrid fue el 10 de agosto de 1969 lidiando esta corrida los espadas Pepe Osuna, Adolfo Rojas y El Paquiro.
En esta corrida varios de los toros eran hijos de Auspiciano. Victorino siempre ha sido una persona polémica por defender una fiesta íntegra y para los “aficionados”. Un ejemplo de su independencia es que cuando en el año 88 fue acusado por afeitado, lidió la camada de toros en plazas francesas y aun hoy en día una parte nada desdeñable de la camada es lidiada en plazas de gusto torista, no regresando hasta 1993 a la plaza de Las Ventas.
La presencia de la ganadería de Victorino ha suscitado siempre un enorme interés en la más importante plaza española, cuando sale el abono de la Feria de San Isidro, las primeras entradas sueltas que salen a la venta que se agotan suelen ser la de la corrida de los Victorinos.
Un año muy importante en la trayectoria de la A coronada, al menos para los aficionados, sería el de 1982, cuando se producen dos hitos importantísimos: uno es la corrida del siglo con los toreros Francisco Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar, que salieron a hombros junto con el ganadero y el mayoral de la ganadería; el segundo hito es el indulto, único indulto en Las Ventas, del toro ‘Velador’ por el torero José Ortega Cano, concretamente el 19 de julio.
La independencia y personalidad de Victorino Martin queda de manifiesto también en su política comercial, sólo ha vendido ganado a Leopoldo Picazo, un procurador y ganadero de Miraflores de la Sierra, veinte vacas y un semental, además de regalar a finales de 1992 a su amigo José Chafick, ganadero mejicano y propietario de encaste Saltillo, veinte pajuelas de dos sementales.
Victorino Martin Andrés ha recibido muchísimos galardones y premios a lo largo de su larga carrera como ganadero.
Después de descubrir a estos personajes tan geniales, sólo me queda decir que ojalá hubiera más paletos como estos.
FOTO: COLECCIÓN LUIS MUÑOZ/ VICTORINO MARTÍN 
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