domingo, 5 de mayo de 2024

La clase templada de Emilio de Justo y “Andorrano”

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La tarde en Almendralejo la marcó Emilio de Justo, por su clase, buenas maneras y su toreo con gusto. Supo bailar junto a “Oscilante” y “Andorrano”, aunque con mención especial a las excepcionales condiciones del sexto, que mejoró natural tras natural, bajo un sometimiento templado y silencioso de mano baja y toreo longitudinal. La clase, una vez más, volvió a aflorar en las manos de Emilio de Justo y en las embestidas de “Andorrano”. Frente a este buen lote, Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera, este último con un lote más que manejable, no lograron que las faenas tomaran vuelo, las fuerzas estaban medidas y las tandas tenían los muletazos contados, había que ajustar tiempos y no llevarles la contraria, siempre toreando a su favor.
Abría el festejo “Raposo”, un ejemplar de Luis Algarra, que salía algo buscón y rematando en tablas. Se encargó de recibirlo Ferrera, recogiendo la embestida, acompasándola y midiéndola mucho. Remató el saludo en el tercio, con una media, llevándolo con fijeza. Tras un buen tercio de varas, en el que el ejemplar se enceló al caballo, Ferrera pidió que saliera a recibir la ovación Antonio Prieto por su buen hacer en el tercio.  Los buscó por abajo hasta buscarle los terrenos, tanteándolo por ambos pitones. El animal se venía por dentro, llevaba la cara a media altura, volviendo la cara y buscándole. Lo sacó a los medios, con un toreo en redondo, dejándose llevar por el pitón derecho. Endurecía la embestida cuando tocaba la tela, había que alargar su recorrido, templarlo y suavizarlo en los naturales. Lo aguantó mucho Ferrera, que pidió que la banda dejara de tocar. No se le podía llevar la contraria. Mató con aseo, pero sin acierto, a un toro que desarrolló en exceso, tuvo que recurrir al descabello.
El segundo de la tarde era “Holgado” al que recibió Perera, estirándose con el capote, andándole al tiempo que lo sacaba a los medios, sin dejar que desligara el saludo. Perera lo esperaba, pausado, estirándose, dejándolo pasar con torería y buen trazo. Se decidió por la mano derecha, muy despacio, bajándole la mano, toreando de riñones, dibujando naturales rectilíneos, en los que templaba las embestidas. Perera suavizó y endulzó las condiciones del animal, que aunque tuviera los muletazos más que contados, se adaptó y lo exprimió. Derrochó técnica, con un cite delantero en el que el animal se dejaba llevar por lo vuelos de la muleta en el toreo al natural. Le dio mucho tiempo y sitio, respetando y volviendo a la cara, para alargar su embestida con determinación y profundidad en las series.  Quiso torearlo sin ayuda con la derecha, frente a un animal noble que cada vez estaba más mermado. Falló con la espada.
“Lagartijo” se partió el pitón en su salida, tras rematar en tablas. Por este motivo fue devuelto a corrales. En su lugar, salió “Oscilante”, al  que, genuflexo, Emilio de Justo lanceó en sus primeros compases en la arena. Se expresó, pero sin fijeza. Inició la faena genuflexo, para después torearlo a placer, muy despacio, sin dejarlo atrás. El animal entraba con buen tranco y bajando la cara en la franela de Emilio de Justo. El de Algarra respondía con prontitud al cite, aprovechado su inercia y embarcarle así en los siguientes naturales. Sin embargo, este cortaba la ligazón en los últimos muletazos, por lo que el diestro lo aguantó, sin que dejara de romper en la tela. Le bajó la mano y jugó con su brazo, llevándolo hasta atrás, alargando su recorrido, aunque de uno en uno, mediante un toque más que fijador. Se la dejaba muerta en el toreo al natural, tapándolo y jugando con unas distancias que le jugaron más de una mala pasada, con susto incluido tras entrar a matar. Mató al segundo intento, tras un pinchazo delantero.
“Zafiro” marcaba el ecuador del festejo, en un saludo más que variado de Ferrera. Se lució apelando a la inspiración, evitando que se le fuera, dejándolo prendido de la tela, pero el animal echaba la cara arriba, embistiendo descompasado. Los tercios traseros no seguían al resto del cuerpo. Fue un inicio de faena complicado, en el que había que tantear los terrenos y sacarlo del tercio. No quiso acelerar el comienzo, pero las limitaciones del de Algarra eran más que limitadas, el animal embestía siguiendo la tela, sin humillar en exceso, pero con obediencia. No debía sentirse podido, por lo que las pausas en la faena fueron claves, el astado estaba descoordinado, pero se dejaba llevar. “Zafiro” cayó en la arena después de que Ferrera le bajara la mano, se frenaba, ya no atendía al cite. Lo dejó en los medios, buscando las vueltas a un último tercio sin opciones. Lo movió y muy despacio dibujo más de una tanda con cadencia y mirada baja, intentando que la torería aflorara frente a las condiciones mermadas del animal. Dejó una estaca caída, que fue suficiente.
A “Incapacitado” le dejaron correr antes de frenarlo en el capote de Miguel Ángel Perera, que con la amplitud de sus brazos, lo quiso encelar, recogiendo su embestida hasta dejarlo fijado en la tela y llevarlo hasta los medios. Perera lo esperó en los medios, pasándoselo por la espalda, una carta de presentación que cautivó, algo que se acompasó con la humillación y fijeza del de Algarra. El diestro lo citaba adelantándole la mano, bajándosela y dejándosela puesta en el morrillo. Le costaba entrar en los naturales, pero una vez dentro, solo había que aprovechar la inercia, enroscándose con él. Sin embargo, no había toda la continuidad que se esperaba, pasaba sin terminar de romper, pero Perera se gustaba y estaba cómodo. Lo habría en el cite, para después cerrarle en los muletazos con un fuerte giro de muñeco que lo devolvía a él, pues el animal quería salirse de la faena y acudir a tablas. Perera acortó distancias en un toreo de cercanías, sin quitarle la muleta de la cara, llevándolo cosido a la tela, pero sin abandonar la pulcritud que lo caracterizan, cerrando con el toreo en redondo. Pinchó la faena en la suerte suprema.
“Andorrano” cerraba la tarde en las manos de Emilio de Justo, que lo frenó en el tercio. El animal atendía con obediencia, colocando la cara y humillando. El diestro lo recibió genuflexo, para después levantarle la mano y evitar que perdiera las manos. Había que sostener la embestida, mimarla y aprovechar los muletazos que el animal llevaba dentro. Volvió a torear a placer, con un trazo infinito en el que cada natural venía precedido por el paso a tras y el toque delantero. Supieron bailar a un mismo compás, aunque limitando las tandas, aprovechando las cualidades que el animal desprendía ante las cosas bien hechas, dejando que la tela arrastrara por el albero y este los siguiera. No debía tocar la tela si quería pulcritud, pues eso afeaba la embestida. El de Emilio de Justo fue un sometimiento templado y lento, dibujando series de corta distancia. Lo llevó con los vuelos, abriéndole, evitando que se viniera por dentro. El desplante, la torería y la clase crearon una conjunción perfecta en la que toro y torero se expresaron, salvando la tarde. La clase marcó la faena. Emilio de Justó bordó el toreo y la suerte suprema, a pesar de que la espada quedara trasera y caída.
Plaza de toros de Almendralejo. Toros de Luis Algarra, de juego variado, con especial mención para “Andorrano” y “Oscilante”, un sobrero que salió en lugar de el tercero de la tarde. Antonio Ferrera, aplausos y silencio; Miguel Ángel Perera, ovación y saludos en el tercio; Emilio de Justo, dos orejas y dos orejas y rabo.
FOTO: TAUROEMOCIÓN
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