sábado, 4 de mayo de 2024

David de Miranda y su particular chotis con “Feriante”

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La plaza de toros de Ubrique acoge la despedida de la Gira de Reconstrucción. Un mano a mano en el que Diego Urdiales y David de Miranda se median a los ejemplares de Núñez del Cuvillo. Se cerraba la Gira con una tarde de lotes desiguales, en el que David de Miranda se llevó lo mejor de Núñez, algo que supo aprovechar, cortando un total de dos orejas. El de Huelva volvió a bailar aquel chotis que ya le abrió la Puerta Grande de Las Ventas, se reencontró en su Tauromaquia. Urdiales, sin embargo, no tuvo suerte, se midió al peligro natural al natural, sin poder expresarse. 
Abría la tarde “Elegante”, en las manos de Diego Urdiales, quien lo recibió frenando y recogiendo su embestida, obligándole a volver al percal. Salía con las manos por delante y sin demasiada fijeza. Alejado de tablas, sacándolo a los medios intentaba hacerse con él, pero sin empeño, sin humillar. Lo probó genuflexo, llevándolo hacia los medios, siguiendo el ritmo que el animal marcaba, muy ajustado. Tenía prontitud y movilidad, solo requería de un buen toque fijador y no quitarle los vuelos, llevándolo muy toreado. Se quería imponer, pero se venía por dentro y no había regularidad. Urdiales, con temple, marcaba un ritmo ralentizado, frente al frenesí de su embestida. Un Núñez del Cuvillo que le contaba los naturales. Se había abstraído de la faena, terminando en tablas. Tuvo que buscar la suerte suprema en varias ocasiones, no estuvo muy acertado, recurriendo al descabello y escucha el primer aviso.
David de Miranda recibía a “Luminoso”, un animal vivo que no tardó en entrar en su capote. Le costaba repetir, por ello le intentó envolver en la tela, buscándole con suavidad, jugando con sus brazos, probándole. Sin embargo, el de Núñez cambió de manera radical su comportamiento. Mucho más templado llegó a la muleta. Empezó por estatuarios, combinándolos con algún muletazo genuflexo hasta sacarlo al paso. Empezó con  la mano derecha, probando una embestida que venía cruzada. No encontraba el sitio. No había vitalidad en su embestida, en los inicios David pudo aprovechar la inercia del animal. Terminó recurriendo a los vuelos de  la muleta, llevándolo por abajo, alargando la embestida y dejándole la tela en el morrillo, sin que la perdiera de vista. Empezó a transmitir con cadencia y torería, sacando lo que el animal llevaba dentro, capaz de planear en la franela por el pitón izquierdo. Se quiso lucir y el de Cuvillo se lo permitió, había toro y había faena, aunque había que cruzarse mucho y no exigirle en exceso por el derecho. Así que terminó de fraguar su faena sobre el pitón izquierdo, por el que atendía y repetía con profundidad. No podía alargar más. Mató con determinación, pero sin acierto, tardó en morir.
“Violeta” marcaba el ecuador del festejo. Diego Urdiales recibía al que sería su último toro de la tarde. Entraba con garbo y el diestro tuvo que empeñarse para encelarlo, echaba las manos por delante, con un ligero amago de colocar la cara por el derecho. Una brega sin lucimiento. Empezó la faena tanteándolo junto a tablas, para después ir abriendo el compás, enganchando su embestida a la tela, hasta guiarlo a los medios. Era irregular pero entraba, a pesar de las miradas continuadas y el peligro sordo que se gastaba. Los naturales debían ser muy medidos, porque la fijeza la tenía en el cuerpo, pero no en la tela, quedándose corto y volviéndose con brusquedad. Urdiales lo llevó con los vuelos, toreando al natural, pero sin lugar para el lucimiento, pues tuvo que reconstruir la faena natural por natural. Sin clase había poca altura que alcanzar con el tercero de la tarde, su cuello parecía un látigo, soltaba la cara arriba, algo que se endurecía al toparse con la tela. Logró hundir la espada al segundo intento, pero tuvo que descabellar.
“Feriante” y David de Miranda cerraban la Gira de Reconstrucción en Ubrique. El saludo capotero empezaba templado, intentando captar, recoger y encelar con habilidad la embestida del toro. Gustó en el capote. Sin picar, se pasó de tercio y con ello se dio paso al quite de David de Miranda que con el capote a la espalda y desde los medios quiso lucirse. Lo esperó firme, dejándolo pasar, probando ambos pitones, por abajo y con extrema suavidad y despaciosidad, así comenzaba la faena. Había ritmo y gracia en la embestida, repitiendo con poder, ralentizando los compases, abriéndole y dejándole la muleta muerta. Lo supo llevar al final, expresándose con libertad. Tenía un sin fin de naturales en su interior, había fondo y profundidad, sabiendo seguir con humillación y mucha clase los extremos de la franela. El toreo al natural con la mano izquierda fueron unas de las mejores tandas de la tarde. David de Miranda trazó una faena de gusto, en la que no se perdió la continuidad, ligando sin desatender la tela. Volvía a bailar el chotis que bailó en San Isidro de 2019. David de Miranda y “Feriante”, un tándem que deslució el acero.
Plaza de toros de Ubrique, último festejo de la Gira de Reconstrucción. Toros de Núñez del Cuvillo para Diego Urdiales, ovación tras aviso y ovación tras aviso; David de Miranda, oreja tras aviso y oreja aviso. Sobresaliente Álvaro de la Calle.
FOTO: Juan Andrés Viedma
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