lunes, 6 de mayo de 2024

Esaú Fernández, una “Filigrana” de dos orejas y vuelta al ruedo

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La plaza de toros de la localidad manchega abría el calendario de las corridas de toros. El primer festejo de la temporada en Castilla La Mancha, a excepción del concurso de recortes, se ha cerrado con un total de cuatro orejas. Una tarde con nombres propios, Esaú Fernández y “Filigrana”, con una faena de dos orejas y una vuelta al ruedo. Lo toreó con gusto, derrochando verdad y profundidad. También cortó oreja Mario Sotos, ante el tercero de la tarde, el que debía ser el segundo de su lote, pues fue devuelto a corrales. “Hermoso” mermó en empuje, pero el diestro no cesó en su Tauromaquia. Filiberto, por su parte, demostró empeño, pero este no fue correspondido. Perdió los triunfos con el quinto de la tarde al fallar con la espada tras una faena de calidad.
Abría la tarde “Gruñón”, en las manos de Esaú Fernández, un animal muy buscón que salió rematando en tablas. Esaú lo recibió con una larga cambiada, pegado a tablas, dejándolo prendido de la tela, repitiendo por abajo, aunque algo acelerado. Empezó la faena de muleta de rodillas, en el tercio, tanteándole por ambos pitones, buscando la continuidad. La querencia amenazaba con tumbar la faena del matador de toros, pues al segundo muletazo salía sin fijeza hacia las tablas. Lo quiso abrochar hacia dentro, sometiéndole muy por abajo, llevándole a sus terrenos, sin quitarle la muleta del morrillo. No había un trazo asegurado, muchas teclas y mucha técnica, no había armonía por el pitón izquierdo, sintiéndose podido, endureció su embestida. Dibujó con la mano derecha una faena corta, entre suspiros, la sujetó. Culminó por luquesinas, acortando distancias en la querencia. En la suerte suprema hundió el acero con acierto.
Filiberto recibió a “Machaquito” con un saludo tardío, le dejó correr, incluso se llegó a emplazar. Tuvo que ser el diestro quien fuera a su encuentro, había que darle sitio, pues entraba con fuerza, pero sin demasiado interés. Había que mantenerlo metido, aunque embestía a pitón contrario. Hubo demasiadas complicaciones en el tercio de banderillas, se quedaba parado. De imprevisto inició la faena, sin probarle, aprovechando la inercia y la colocación del astado. Empezaba con gusto desde los medios. El cite delantero era el preludio de un natural lento, pausado y desligado, no atendía. Buscaba los terrenos, le daba mucho tiempo y sitio, evitando que se abriera en exceso y se fuera. Había que estar muy encima, utilizando la voz y enseñándole la tela, era lo único que debía ver. No había lucimiento, hubo empeño no correspondido. No tenía nada más que mostrar. Le costó cuadrarlo pero dejó una espada casi entera, algo caída.
Marcaba el ecuador del festejo “Guasón”, un astado sin uniformidad, sin fuerza y descoordinado de los cuartos traseros. Se pidió su cambio desde el público y así fue. Salió en su lugar “Hermoso”, el que era el sexto de la tarde. Mario Sotos lo dejó embestir con gusto, envolviéndolo en la tela y sacándolo hacia los medios. Un inicio de faena con movilidad, recorrido y transmisión. Mario Sotos lo toreó con el pico de la muleta, llevándolo metido, abriéndole el compás, pero recogiendo la embestida en su final, de vuelta al natural. Tuvo poder y raza el de Buenavista, algo que Sotos supo aprovechar, jugando con su garbo y gracia en la franela. Parecía tener un trazo infinito de inicio a final, a pesar de que el astado mermara en empuje, pero atendía. El matador de toros lo toreó al natural, dejándosela muerta y creando. Culminó en redondo, enroscando al animal en la tela, hubo variedad y mucha torería. Falló con la espada. 
Esaú Fernández recibió a “Filigrana”, el segundo de su lote, con un saludo en el que le bajó las manos, recogiendo la embestida y guiándola en su labor de brega. Esaú decidió recibir al de Buenavista en el tercio, sin parar de buscarle, al tiempo que lo sacaba a los medios. El animal embestía con fuerza y poder, aunque le costaba atender al cite, entraba con continuidad, metiendo la cara y humillando. Había profundidad en la embestida. Esaú estaba domeñando al animal, toreando al natural le dejaba los vuelos delanteros, para tirar de él, encelarlo y llevarlo cosido. Sin embargo, empezaba a contar los muletazos, levantaba la cara y acortaba recorrido. Esaú tuvo que aguantarle, pero sacó a relucir su Tauromaquia de distancias cortas, compaginando el toreo en redondo y al natural. Siempre hubo más que mostrar por el derecho que por el izquierdo. Tuvo que entrar a matar en dos ocasiones, dejando una estoca entera, ligeramente trasera y caída. Recurrió al descabello.
Filiberto se estiró en el saludo capotero con “Peluquero”, lo llevó con gusto, jugando con su tronco y brazos, al compás de una embestida que tenía fuerza y movilidad. La faena la inició en el tercio, dejándole pasar en largo, probándole por ambos pitones, al tiempo que el astado lucía su jugosa embestida. Atendía en la media distancia, pero cuando entraba lo hacía con  ligazón y fijeza. Le dejaba el engaño en el morrillo, tirando del astado, para meterle en los naturales, unos naturales que no llegaban a iniciarse con lucimiento. Se agotaba su embestida y empezaba a toca la tela, así que el diestro optó por el tiempo y darle algo más de sitio. No se le podía llevar la contraria a “Peluquero”, poniendo a prueba a Filiberto. Costaba hacerlo pasar, había ido a menos, dejando atrás, la profundidad del inicio de la faena. El matador de toros lo aguantó, sin parar de buscarle, perfilando el último tercio. Le falló la espada y llevó a recibir un puntazo en el muslo derecho, le acabó metiendo la mano.
Mario Sotos cerraba la tarde frente al sobrero, que salió rematando y entrando con poder y velocidad en el capote del diestro. Ejecutó un saludo variado, dentro de la fugacidad del mismo. Los primeros compases los acompañaba el cante de una espontánea. Fue un inicio de faena irregular, ambos se buscaban, pero el animal parecía tener más interés en el cuerpo que en la tela. No había un movimiento certero en su embestida, así que Sotos recurrió a las tandas cortas, los toque suaves, mimando al astado y adaptándose a sus exigencias, que no fueron pocas. Muchas teclas y poco empeño dificultaban la labor del diestro, que no perdía la esperanza en el trazo firme y profundo del toreo al natural. Consiguió llevarlo, cruzándose, pero sin uniformidad. Lo sostuvo y aguantó, sin parar de buscar los terrenos. No tuvo acierto con los aceros.
Plaza de toros de Ossa de Montiel. Toros de Buenavista para Esaú Fernández, oreja y dos orejas; Filiberto, ovación y ovación; Mario Sotos, oreja y silencio.
FOTO: ASOCIACIÓN CULTURAL TAURINA SOCUÉLLAMOS 
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