domingo, 5 de mayo de 2024

La mirada baja y cadencia de Luque, dejando que el toro pasara

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Una tarde bien presentada con resultados limitados en el que el mano a mano se saldó con un total de tres orejas, que bien pudieron ser cuatro. Daniel Luque y Ginés Marín mantuvieron el tipo, con una Tauromaquia joven y firme que marca el futuro de la fiesta. Daniel Luque se midió a los astados de José Luis Osborne, Partido de Resina y Murube, trazando faenas en las que la cadera, la muñeca y la mano baja marcaron la estética y plasticidad de sus naturales. La mirada baja, dejando que el toro pasara con torería y cadencia fue la introducción a su Tauromaquia, algo que le valió las dos orejas con el tercero de su lote. Ginés Marín estoqueó a los ejemplares de Pallarés, Miura y Juan Pedro Domecq, que atendían sin transmisión, dejándose llevar al compás lento que marcó Ginés en sus faenas, no estuvo escaso de técnica, firmeza y madurez, pero a los astados les costaba romper en la tela. El diestro pudo cortar una única oreja frente al segundo de su lote, pudiendo cortar una más ante último de la tarde.
“Cuco” de José Luis Osborne abría el mano a mano, levantando las tablas del burladero para entrar seguidamente en el capote de Daniel Luque. Se venía por dentro, así que Luque recurrió al juego de brazos, abriéndole, mostrando la embestida. Se adornó con el percal, pero sin que el animal derrochara transmisión. Pegado a tablas lo recibió en la franela, el de Osborne iba justo de fuerza, iba a tener muchas limitaciones en la faena. Sin malgastar muletazos, eligió los terrenos y empezó la primera tanda por la derecha, con esa cadencia y toreo bajo que tanto lo caracterizan. Las exigencias no iba con “Cuco”, no se podía ver podido, su embestida decía muy poco, todo lo puso Luque. Los naturales, contados a cuentagotas se iban agotando y empezaba a mostrarse a la defensiva. Lo probó por la izquierda, también muy despacio sin agobiarlo, mimándolo. Mató de una estocada entera y certera.
“Campanillero” un cárdeno de Pallarés al que recibió Ginés Marín que recogió la embestida, frenándola y templándola, andándolo y sacándolo a los medios. En el tercio inició la faena, muy despacio, esperándole con la tela, tirando de él con dulzura. Le costaba atender al cite y cuando entraba lo hacía con sosería, aunque bajando la cara. Lo llevaba muy metido en la muleta, sin cambiar los tiempo. Ginés Marín lo dejó respirar, dándole sitio, para volver a la cara, cruzarse y tenderle la mano, delantera, con los vuelos por delante. Embestía en varios tiempos, obligando al diestro a rectificar y reconstruir cada muletazo. No había nada dentro que lo hiciera romper en la tela. No hubo uniformidad. Metió la mano con acierto, hundiendo la espada en buen sitio.
El de Partido de Resina no tardó en entrar en el percal de Daniel Luque, algo suelto, pero desprendiendo seriedad. Entraba sin humillar, arremetiendo con brusquedad y soltando las manos por delante. Luque lo mostró hasta sacarlo a los medios. Lo tanteó en el inicio de faena, intentando llevarlo en la tela, pero seguía igual que en su salida, muy reservado y buscón, sin apartar la mirada del diestro. No había que llevarle la contraria y Luque apostó por el toreo de lejanías. Soltaba algún que otro cabeceo al tocar la tela, sin nada que mostrar, su comportamiento solo empeoraba. Sacó algún que otro natural con la derecha, naturales alejados de lo que era la realidad de la faena. No hubo pulcritud en las series, solo le quedaba dejarlo pasar a media altura y rectilíneo, tapando. Mató con aseo, al segundo intento.
Marcaba el ecuador del festejo “Bilbaíno”, un astado de Miura al que Ginés Marín ejecutó un saludo capotero breve y sutil, en el que siguió la tela. En el inicio de faena, Marín lo tanteó genuflexo, respondiendo con mayor suavidad y determinación. El diestro, de nuevo, lo citaba con los vuelos por delante, pero sin dejar de pasar, perdiendo recorrido. No decía nada el de Miura, pero sin dejar que Marín se pudiera expresa. No había movilidad ni una configuración firme. Con la derecha, tragaba los dos primeros naturales, sin aguantar el resto de la tanda. Consiguió trazar alguna que otra serie entre embestidas irregulares, restructurando e intentando sacar lo que pudiera tener. No había nada que añadir. La suerte suprema la ejecutó con acierto.
“Maletilla” de Murube, al que Luque recibió sin dejarlo correr, abriéndole. Salía con la cara alta, pero repitiendo. Lo tanteó en el inicio, atendiendo con destellos al cite de Luque. No lo quiso agobiar y le dio tiempo y sitio, ahora sí, abajándole la mano, jugando con la cintura, con un toreo lento, clase y temple. Tenía clase el de Murube, una clase a la que el diestro supo llevar, como si estuviera toreando de salón, ralentizando las embestidas y cautivando al público. Lo empezó a someter, toreando al natural, bajándole la mano y buscándole hasta el final, alargando la embestida, exprimiendo el pitón izquierdo. Se lució y gustó, toreando para él. El animal atendía con prontitud, pero sin evitar que le mirase. Lo toreó a placer tal y como quiso, sacando a relucir su Tauromaquia. La espada quedó ligeramente tendida y caída, pero fue fulminante.
Ginés Marín cerraba el último saludo capotero de la tarde toreando a la verónica, desprendiendo madurez y buen gusto. Empezó la faena de rodillas, esperándolo en los medios, enroscándose con él, sosteniendo la escasa fuerza del animal, que se vio podido y obligado por abajo. no le quitó la tela del morrillo, cosido. Hubo continuidad y ligazón. Se levantó y empezó a torear sobre el pitón izquierdo, templándolo, uno a uno, sin prisas. Lo quiso mimar, con despaciosidad al natural, ralentizando para que la respuesta de este no fuera desmedida. Resultó una faena movida en la que su movilidad acompasaba las embestidas, sosas, del de Juan Pedro Domecq. No terminó de romper, pero se dejaba llevar, aguantándole mucho también. No debía tocar la tela si no quería descomponer su comportamiento. Un tira y afloja de torero al natural y en redondo en el que el animal solo veía tela baja, propiciando la ligazón y humillación. Logró meterle la mano al segundo intento, tras señalar un pinchazo.
Ficha del festejo:
Morón de la Frontera. Toros de Hros. José Luis Osborne, Pallarés, Partido de Resina, Miura, Murube y Juan Pedro Domecq para Daniel Luque, ovación, silencio y dos orejas; Ginés Marín, ovación, oreja, petición.
FOTO: 

Lances de Futuro

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