domingo, 5 de mayo de 2024

Curro Díaz, una poesía con la izquierda

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Herencia albergó una corrida de toros de Castillejo de Huebra en la que brilló Curro Díaz, con poder, determinación, poso, cadencia y profundidad en su toreo. Cortó dos orejas al segundo de su lote, con una faena de clase exquisita, muy bien construida en las que la mano izquierda volvió a determinar su Tauromaquia que trazó tandas de despaciosidad plena. El cuarto fue un oasis en Herencia. Fernando Tendero cortó una oreja al último de la tarde, cerrando así un festejo de escasos matices Andrés Palacios no tocó pelo, dejó que los animales pasaran pero sin uniformidad ni pulcritud.
A “Coronel” lo  dejaron correr lo mínimo, Curro Díaz envolvió la embestida, recogiéndola, guiando su recorrido y jugando con sus brazos, sin terminar de abrirlo. Tras un brindis desde los medios, el diestro comenzaba la faena pegado a tablas, genuflexo, tanteándolo por ambos pitones para después sacarlo del tercio. El viento y las fuerzas determinaban la faena. Sobre el pitón derecho le bajó la mano, tranzado un muletazo curvilíneo que lo atrapaba en la tela. Curro cuidó con sumo cuidado las embestidas, aunque tampoco le sobraba fijeza. Compensaron y lucieron los remates por abajo, con cadencia, poder y mucho gusto. Esa Tauromaquia de Curro Díaz que cala hondo, la delicadeza y mucho temple. No quería tela, pero no se le fue, lo mantuvo, girando muñeca y cintura, todo su cuerpo acompasaba la embestida. Metió media estocada, que quedó trasera, atravesada y tendida. Culminó con el golpe de cruceta.
El segundo de la tarde salió rematando en tablas. Andrés Palacios lo recibió en su capote midiendo la embestida en los primeros compases, el animal entraba con movilidad pero sin acople. Tras un tercio de varas desprovisto de coordinación, Andrés Palacios decidió sacarlo hasta los medios para iniciar la faena. Lo tocaba delantero mostrándole la tela, pero metía la cara por dentro, embistiendo en línea recta. Quiso abrirle, pero no encontraba los terrenos ni la ligazón, también le puso empeño pero no había dimensión. El animal pasaba, saliendo de los naturales por arriba, viendo como el diestro hacía caso omiso de sus exigencias. No hubo transmisión ni dimensión en su faena, no tuvo acierto en su elección. Entró hasta en dos ocasiones, dejando un acero ligeramente trasero y tendido. Recurrió al descabello.
Fernando Tendero recibió en su capote a “Cuplé”, que en una mera labor de brega lo intentó encelar. Algo que sí hizo en el tercio de varas, tras derribar al caballo. Los primeros compases de la faena llegaron por bajo, genuflexo, templándolo. Se decidió por el pitón derecho, sin agobiarlo, dándole tiempo y sitio, pero sin evitar las miradas. Fernando Tendero lo llevó con el pico de la muleta, sin quitársela, dejándosela en el morrillo, de uno a uno, sin terminar de ligar. El animal tenía fuerza para aguantar, pero había que medirlo mucho. El viento seguía siendo un enemigo más en el ruedo, así que lo quiso llevar muy metido, con un toque fijador que le metiera en la muleta y la mano baja, exigiéndole por abajo. Tendero tuvo que cruzarse y aguantarle, consiguiendo llegar a los tendidos. Quiso matarlo con el golpe de cruceta.
Marcaba el ecuador de festejo “Sueño”, en las manos de Curro Díaz, al que dejó correr antes de fijarlo en el percal. Volvió a recoger su embestida, templando y suavizándola. Lo sacó rápidamente a los medios, sin abandonar la torería que tanto le caracteriza. Le dejaba la muleta muerta, enroscándose con él, toreando con profundidad y determinación. Desprendía poder y verdad, lo único que deslucía era el aire. Había sabor en los naturales, a pesar de que las tandas se tuvieran que reconstruir pase a pase. Se dobló con él, buscándole con despaciosidad y ejecutando con una suavidad y temple exquisitos. Lo toreó al natural, jugando con los vuelos, sin desperdiciar sus embestidas, imponiéndose, pero siempre respetando el tiempo y sitio. El giro de su muñeca izquierda era hipnótico, el animal solo veía franela, sin abandonar esa cadencia que le caracteriza. Mató con acierto.
Andrés Palacios ejecutó un saludo acelerado en el que lo sacó a los medios, pero sin dejarlo fijado en la tela. Pegado a tablas, ajustó el recibimiento en la muleta, no lo probó. Sobre el pitón derecho daba los primeros compases de la faena frente a un animal que amenazaba con rajarse, había que llevarlo con la voz, alargando el natural y dejando los vuelos en el morrillo. El de Castillejo de Huebra pasaba, con uniformidad pero sin profundidad. Empezó a cruzarse, escondiendo la mano, para después mostrarle la tela e iniciar una tanda, también acelerada, en la que los matices pasaban por alto. Lo quiso llevar al natural, dándole salida, pero sin llevarlo dentro de la tela, luchando contra viento y desinterés del astado. Terminó en tablas para después ejecutar una suerte suprema sin demasiada fortuna.
Cerraba la tarde “Tripulante”, junto con Andrés Palacios en un saludo ameno, sin fijeza. Inició la faena tanteándolo, para después sacarlo del tercio. Le costaba pausar y templar el ritmo de las embestidas. Al animal le costaba atender al cite, entrando con la cara por encima del estaquillador, sin lucimiento. Se cruzaba sin sitio, atropellando las embestidas del astado. Había que dejarlo pasar y darle salida, pero Fernando cortaba el natural sin culminar. Sin embargo, el animal venía con la cara por dentro, claramente mermado. Mató con acierto tras varios intentos.
Herencia. Toros de Castillejo de Huebra para Curro Díaz, ovación y dos orejas; Andrés Palacios, silencio y silencio; Fernando Tendero, aplausos y oreja.
FOTO: PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

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