sábado, 4 de mayo de 2024

Conchita Citrón, figura en la Tauromaquia

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Anécdotas Taurinas

LUIS MUÑOZ 


  

Guarismo del ocho continúa con su sección, “Anécdotas Taurinas”, con la colaboración de Luis Muñoz, totalmente altruista, que pretende compartir las historias más taurinas con los aficionados y seguidores de este portal.
Concepción Cintrón Verrill nació en Chile, aunque se le consideraba peruana, el 9 de Agosto de 1922. Fue una rejoneadora que habría de convertirse en el referente mundial de la torería, estaba considerada como la mejor de la historia. Conchita se casó con el portugués Francisco de Castelo Blanco y vivió con su marido e hijos cerca de Lisboa hasta su fallecimiento, el 17 de Febrero del año 2009.
Se la conocía como la “Diosa Rubia” y gustaba de echar pie a tierra, algo permitido en ruedos sudamericanos pero no en España. Excepcionalmente, lo pudo hacer en Ceuta y Melilla, valiéndose de un permiso del General Valera.
En su despedida de los ruedos, el 18 de Octubre del año 1950 en la plaza de toros de Jaén, casi poseída por un sueño, como ella misma relató en su biografía “ Recuerdos,“ no pudo contenerse y bajándose del caballo, despojándose de las espuelas, pidió al mozo de espadas una muleta para torear al toro a pie.
Desde el callejón, fue advertida por los Alguacilillos, pero hizo caso omiso y se dejó llevar por las ganas ante el clamor del público. Al término fue detenida, subiendo al palco presidencial desatándose un escándalo monumental en la plaza. El Gobernador Civil finalmente perdonó a la rejoneadora que fue premiada con los máximos trofeos y llegó a dar hasta tres vueltas al ruedo en una tarde en que compartió cartel con Manolo Vázquez y Antonio Ordoñez.
De no tomar el Gobernador Civil tal decisión, se hubiese liado una buena algarada, no obstante tuvo que hacer acto de presencia ante un juez.
Además, esto no hubiera pasado si Juan Belmonte hubiera mandado en el toreo, pues tal y como le dijo a la rejoneadora, si fuera así, torearía a pie mañana mismo.
La historia se produjo así:
Conchita Cintrón, que llegó a figura del rejoneo porque la ley le impidió torear a pie, hubiera sido igualmente figura del toreo. Lo avala una afirmación del propio Juan Belmonte que, viéndola torear en su finca de Gómez Cardeña, le dijo:
– “Si yo mandara en el toreo, usted torearía a pie mañana mismo.
Pero la mayor dificultad que encontró la bellísima amazona, fue la dolorosa oposición de sus padres, temerosos de que aquella frágil muchacha quedara despedazada por las astas de un toro. Sólo se avinieron a razones cuando su hija les juró que jamás la tocaría un toro. Extraña promesa que, durante un tiempo, logró imponerse a las intenciones de los astados.
Pero la voluntad de estos no había participado en el acuerdo familiar y una tarde en Guadalajara (México) el toro de nombre “Chiclanero” la corneó con saña rompiendo así de manera unilateral la vaga promesa de la “Diosa Rubia”. La Cintrón sintió el toreo de a pie y de a caballo tan intensamente que, ante la muerte de un torero amigo “Carnicerito de México”, llegó a decir:
– “No sé que es torear. Pero tampoco sé, si me lo preguntan, que es vivir, y mucho menos morir”.

FOTO: COLECCIÓN LUIS MUÑOZ
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