jueves, 2 de mayo de 2024

Motivos para soñar

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Añover de Tajo, una vez más, albergaba un festejo taurino, solo que en este caso se trataba de una novillada mixta en la que hicieron el paseíllo el rejoneador Juan Manuel Munera y los triunfadores Alejandro Peñaranda y Marcos Linares. Ambos novilleros generaron altas expectativas, las cuales alcanzaron, solo que Linares redondeó aún más la tarde tras desorejar a los de su lote. Munera quiso hacerlo en las distancias cortas, arriesgando, pero luciendo a su variada cuadra. Peñaranda paró el tiempo con el segundo, al que supo llevar en los terrenos que este marcaba. No tuvo tanta suerte en el quinto que falló con la espada, a pesar de que derrochara torería, verdad, determinación y mucha clase. Marcos toreó con profundidad y un aplomo impropio de su edad, sorprendió, siempre a mejor con buenas maneras, adelantándose a la embestida del astado. Hay futuro y hay motivos para soñar con Peñaranda y Marcos Linares.
Abría la tarde Juan Manuel Munera a lomos de “Romance”, con el que recibiría a “Vaguito”. Tenía movilidad, fuerza y celo, ajustándose a la cabalgadura. Aquel primer rejón cayó bajo, no estuvo acertado tras dudar en la ejecución, por lo que decidió repetir, para dejarlo en lo alto. Siguió con “Quitasueños” para degustar las banderillas, llevándole muy metido, ajustando con continuidad. Le buscó al encuentro, a pitón contrario a un novillo bravo, pero no templado. Dejó buenos palos al quiebro, pero sin demasiado acierto. Después saldría “Arrebato” con el que consintió una barbaridad, adornándose y luciéndose. “Misterio” con el ejecutó un último tercio en el que remató dándole el pecho. El rejón de muerte quedó arriba.
“Largamira”, aplaudido de salida, le tocó en suertes a Peñaranda. El saludo capotero basado más en la brega que en el lucimiento, abriéndole, pero sin bajar la cara y sin interés. Lo tanteó por ambos pitones, dejándole pasar en largo, pero repitiendo, encelándole sobre el pitón derecho. Con la franela muy plana lo enganchaba delantero y abajo, para guiarle y después sacarle del natural cosido, sin quitarle el engaño del morrillo. El animal tenía prontitud y obediencia, sin embargo, tenía cierta querencia hacia tablas, así que tuvo que tirar de él, maximizando algunas de sus buenas condiciones como fue la longitud y profundidad de su embestida. Toreó con mucha verdad, siempre en sus terrenos y llevándole muy sometido. Cerró por bernardinas muy ajustadas, ante un novillo que ya desarrolló. Dejó una estocada casi entera.
Marcos Linares recibió a “Mediarrota”, abriéndose con compás por verónicas, totalmente encelado, luciéndose. Lo tanteó, buscando su encuentro, recibiéndole genuflexo para después sacarlo al paso. Entraba con movimiento, fuerza y buen tranco, aunque no le podía bajar en exceso la manos, había que sostenerle. Lo citaba con un marcado toque fijador, acompañado de la voz, enganchándole delantero, para después configurar tandas ligadas, por abajo. El viento empezaba a molestar, pero con firmeza y determinación terminó cuajando la faena y dominando al de Polo Saiz. Había que llevarlo muy metido. Le dio el pecho para después acompañar la embestida con su cintura y brazo, encauzando con un sutil giro de muñeca al animal. Sentenció con la espada.
El toreo a caballo marcaba el ecuador del festejo. Munera recibió a “Rúcula”, intentando captar su atención, pero lo dejó correr. Seguía la cola con garbo y fondo, encelado. El rejón de castigo quedó arriba, una vez que paró al novillo, para después dejar un segundo rejón de castigo, ahora también  en todo lo alto.  Munera quiso aprovechar el motor y embestida del animal dejando banderillas en las distancias cortas, jugando al quiebro y en los medios. Lo llevó totalmente encelado, parando los tiempos cuando el rejoneador consideraba. Tanto forzó que el novillo cayó. Terminó por emplazarse, quiso cerrar, de nuevo, con “Misterio”, caballo con el que experimentó en las distancias cortas. El rejón de muerte no quedó en el sitio, tuvo que descabellar.
Peñaranda recibió a “Guardián”, con un saludo iniciado de rodillas, dejándole pasar sin someterle. No tenía fijeza, pasaba con fuerza, así que Alejandro lo templo, jugando con la movilidad de sus brazos, acompañando la embestida con todo su cuerpo. El toreo en redondo y ligado marcaba una declaración de intenciones en firme. El animal atendía en la larga distancia, encelándolo después en corto por abajo, sobre el pitón derecho. Humillaba y planeaba en la tela, atendiendo a las exigencias de Peñaranda, que aprovechó el recorrido para llevarlo hasta el final. Torería, verdad, determinación y mucha clase marcaban la faena que trataba de dibujar Peñaranda. También le dio sitio y tiempo, para después retomar las series y llevarlo con suavidad, totalmente templado. Lo aguantó y sostuvo, sin excederse en los últimos compases. Se paraba y perdía su prontitud, por lo que el espada tuvo que poner mucho de su parte. Cerró por ayudados para después dejar una estocada contraria, sin acierto, tuvo que volver a ejecutar la suerte. Dejando una buenísima estocada en el tercer intento.
“Gringa” cerraba el festejo, que protagonizó un buen saludo capotero en las manos de Marcos Linares. Lo tanteó por ambos pitones hasta sacarlo al paso a los medios. Con gusto y delicadeza. Tenía motor el de Polo Saiz, algo que el espada supo aprovechar, dejándole la muleta en la cara y tirando de él, saliendo del muletazo sin suavidad. Aprovechó su inercia para llevarlo con longitud y determinación a un novillo encastado. Se quiso adornar, poniendo todo de su parte ante una embestida que poco decía, había que fijarle con determinación, evitando que se viniera por dentro. No hubo despaciosidad, fue una faena atropellada en la que Linares, a pesar de sus buenas maneras, no pudo ralentizar. Mató de la misma manera que toreó, con firmeza.
Añover de Tajo (Toledo) España – Novillos de Familia Polo Saiz para Juan Manuel Munera, oreja en ambos; Peñaranda, dos orejas y aplausos tras aviso; Marcos Linares, dos orejas y dos orejas.

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