Diego Ventura recibió a puerta gayola a “Marqués” y frenando  su embestida con Estampida. Tras un primer rejón de castigo pidió el cambio de tercio, con un caballo con el que se acercó mucho, intentando encelar al toro, ofreciendo un gran tercio de banderillas. Cambió de acompañante para seguir en banderillas, arriesgando, pasándoselo muy cerca y corto. El animal, emplazado requería el incentivo del Ventura. Con Dólar volvió para seguir toreando, todo un espectáculo en la plaza. Sin embargo, a pesar del lucimiento le costó rematar con las banderillas. Con Guadiana uno de sus caballos nuevos, volvió para deleitar con las rosas, cambió de tercio y cogió el rejón de muerte. Tuvo que acortar distancias, ante un toro emplazado, aun así logró una buena estocada, certera, con la que el astado dobló.

Enrique Ponce recibió a “Mareoso” a la verónica, rematando con una media. El diestro tomaba la muleta y brindaba al publico, en los medios comenzaba la faena genuflexo probando la embestida del animal. El de Julio Puerta era obediente y lo pudo llevar con la mano derecha con temple, corrigiendo su embestida. Al natural consiguió una tanda lenta, rematada con un molinete invertido, dejando pases de calidad con la derecha, con su toreo en redondo, lento y pausado. Sin embargo, la comodidad de Ponce provocó el exceso de faena. En la suerte suprema logró dejar media estocada al segundo intento.

Jaier Conde recibió a “Corchito” con dos simples capotazos sin lucimiento. El animal se quedaba suelto y sin fijeza. Conde comenzó su fanea genuflexo, para seguir de uno en uno, tirando del animal, sin soltura ni reposo. Sin que la faena terminara de romper ni que el diestro sometiera al astado, cambió la ayuda por la espada para dar paso a una estocada al segundo intento. 

Ventura dejó correr a “Nubito”, encelándolo en la cola de su caballo y colocando el rejón de castigo. Cambió la cabalgadura y se dispuso a deleitar a los tendidos con las banderillas, acompañado de Sueño. El astado se metía por dentro, así que lo toreó con la grupa, dejando algún que otro par al quiebro, algo que le permitieron las buenas condiciones del animal, al menos mejores que las del primero. Este tenía fijeza. Siguió demostrando la variedad y calidad de su cuadra, en un nuevo cambio se gustó y se permitió el lujo de quitarle las riendas. El rejón de muerte entró al segundo intento, sin embargo, no fue suficiente por lo que tuvo que recurrir al descabello.

Ponce recibió a “Rezador” con un saludo capotero sin mayor repercusión. Comenzó la faena probándole por ambos pitones, dándole tiempo. La primera tanda se desarrolló sobre el pitón derecho, una tanda que cerró con un pase de pecho. Siguió con la misma mano, ahora ya atemperando al toro, dejando otra gran tanda y aun más lucida. Al natural tiró con suavidad y lentitud, cerrando con  un pase de pecho. El animal obedecía, al tiempo que Ponce lo guiaba con torería y poso, permitiéndose el lujo de adornarse con molinete y pase de pecho, que puso de acuerdo al tendido. Lo llevó a media altura, intentando bajarle la mano sobre el pitón izquierdo, con despaciosidad. Cerró con un abaniqueo y acudió a por el estoque. Falló con la espada, recurriendo al descabello.

El segundo de Javier Conde se golpeó contra el burladero, provocado por un evidente problema de visión. La imposibilidad de que el animal volviera a chiqueros, hizo que Ventura lo descabellara desde el burladero con acierto. Por fin llegaba el momento de Javier Conde… recibió a la verónica a “Marcelito”, un sobrero de Julio Puerta al que remató por una media. Lo recibió en el franela tanteándolo por ambos pitones para después intentar torearlo por el pitón derecho. El diestro se mostraba desconfiado, con miedo, con rechazo. Lo alivió… sin ningún lucimiento, recurriendo a los subalternos. Los Sanfermines parecían haber llegado a la plaza de Osuna, dadas las circunstancias de correr en la cara del animal. Se llegaron a dar los tres avisos, el animal no fue devuelto pero si apuntillado desde el burladero.