viernes, 3 de mayo de 2024

La delicadeza de Garrido sentencia

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Crónica

@INFOJOSEGARRIDO


PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Tarde de determinación y suavidad en la que Escribano, Garrido y Juanito tuvieron que poner mucho de su parte para trazar faenas dotadas de pulcritud, torería, estética, ligazón y continuidad. Los astados de Victorino fueron variados en su comportamiento, pero ninguno terminó de romper del todo. Garrido cortó las únicas dos orejas del festejo ante el quinto, sin embargo, sus compañeros recogieron las ovaciones y alguna que otra vuelta al ruedo. Lo cierto es que la espada este año está siendo un verdadero problema, hay que matar y esta temporada no ayuda.
“Vergelero” abría plaza, un astado que remataba en tablas, le costaba encelarse en la tela, pero repetía buscando. La embestida no era del todo clara, sacando las manos por delante. Manuel Escribano ejecutó el tercio de banderillas, dotado de mimo y precisión con un último par al violín y al quiebro. En la tablas inició la faena, probando al de Victorino que entraba con genio y poder, pero sin raza, en la muleta. Lo sacó del tercio poco a poco lo iba guiándolo, mientras lo abría. La embestida seguía sin ser uniforme, había que pulir algunos aspectos, pues tomaba bien la tela al inicio, pero al final soltaba un derrote seco por alto. Rectilíneo lo llevó, uno a uno, sin llevarle la contraria, sin embargo, se iba quedando corto. Aunque suavizó la brusquedad, Escribano le daba salida, perdiendo pasos domeñándolo. Deslució en la muerte suprema.
Garrido recibió al segundo de Victorino frenando y templando la embestida, abriéndola, pues colocaba y bajaba la cara. Tras brindar al público se dispuso con la muleta, genuflexo, sacándole al paso hasta los medios. El animal respondía por abajo de buenas maneras. Garrido lo tocaba delantero, adentrándolo en la franela para dejársela puesta y tirar de él, alcanzando la ligazón. No perdió la continuidad, le perdía pasos, dándole sitio para no crear tandas pegajosas, porque el animal ya tenía fijeza y movilidad. Además, colocaba la cara y humillaba, aunque en la muerte del natural parecía perder interés, saliendo por alto y desentendido, pero transmitía, llegando a los tendidos. Deslució la faena con los aceros, que tuvo que recurrir al golpe de cruceta.
Juanito no esperó para recibir, genuflexo, en el capote a “Gaditano”, en una gran labor de brega en la que atemperó al de Albaserrada. El diestro empezó el último tercio buscando los terrenos ante un toro suelto y que acudía a la querencia. Lo sacó y en los medios, con determinación, buscaba ese trazo largo que ampliara el recorrido del animal. Requería de mucha voz y de un buen toque fijador que lo llevara de vuelta a la faena. Sin deslucir, a pesar de las condiciones del de Victorino, no perdió la compostura. Muy despacio y sujetándolo en la tela logró ligar los muletazos, dotados de poder. Juanito se adaptó a las exigencias del animal, pero este obedecía, repitiendo, humillando y colocando la cara. Avanzaban los compases y cada vez se desentendía más de la faena, por lo que dejándosela muy puesta, arqueándose, llevándole hasta el final. Antes de la suerte suprema Alfonso Gómez fue prendido y herido a la altura del glúteo. Entró en falso y repitió en varias ocasiones la suerte.
Marcaba el ecuador del festejo “Platónico”, al que Escribano saludó estirándose a la verónica, abriendo el compás ante un animal que repetía con ritmo. Protagonizó un importante tercio de banderillas, que no fue fácil. Lo recibió en la franela tanteándole y sacándole a los medios. Jugó con los vuelos, abriendo y girando la muñeca, llevándole al natural. El animal atendía con obediencia al cite, siguiendo el engaño hasta el final. Escribano empezó por el pitón izquierdo y desarrollaría la faena sobre el mismo, muy despacio, ralentizando las embestidas, ambos se dejaron llevar. El cite delantero y bajo lo enganchaba y lo dejaba fijo en la franela. Hubo continuidad en la faena de peso que configuró Escribano. Mató en el descabello.
José Garrido se midió con “Planetario” en un saludo breve, suave y medido. Con la muleta en la mano no esperó para cambiar los terrenos y empezar a dibujar la faena en los medios. Tenía un embestida descompuesta, en la que  Garrido intentó suavizar, cruzándose, citándole con firmeza, suavidad y naturales de gran determinación. Tuvo que aguantarle, se paraba y las tandas perdían cierta continuidad, arrastraba la muleta con desmayo, sin pausa, adentrándole en la tela, dotando a la embestida de amplitud y recorrido, algo que logró gracias a la técnica del diestro. Las condiciones poco a poco mejoraban tranzando muletazos de mucha paciencia, sin embargo, el de Victorino perdía prontitud y recorrido, los naturales se acortaban y lo terminaba por adelantar Garrido. Culminó en tablas. En la suerte suprema mató con media estocada trasera pero efectiva.
“Matemáticas! cerraba la tarde, de la mano de Juanito, que se permitió estirarse a la verónica, luciéndose y gustándose. Lo tanteó hasta sacarlo del tercio, así inició la faena. Un tanto parado y reservón era el sexto de la tarde, sin embargo, su embestida lineal, se dejaba llevar colocando la cara. Aprendía y desarrollaba por lo que en sucesivas tandas su comportamiento se volvía algo más brusco. Requería tiempo y sitio, por ello las tandas estaban muy medidas y con muletazos a cuentagotas. Dudoso y buscón, el diestro recurrió a la mano delantera, llevándole metido, abriendo y curvando la embestida, sin dejar que se quedara fuera de la faena. Lo citaba, guiaba y recogía la embestida con un sutil giro de muñeca que marcaba un nuevo inicio. La continuidad intermitente se veía comprometida. Dejó un pinchazo hondo que le llevaría directo al descabello.
Herrera del Duque. Toros de Victorino Martín Andrés para Manuel Escribano, ovación y vuelta al ruedo; José Garrido, ovación tras aviso y dos orejas; João Silva Juanito, ovación tras aviso y vuelta al ruedo.

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