jueves, 2 de mayo de 2024

Murteira Grave apagó la torería

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 Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

  


Una tarde digna de olvido, los de Murteira Grave apagaron la torería, no se dejaban llevar y al verse podidos soltaban embestidas defensivas que aumentaron la peligrosidad de las faenas. José Garrido cortó dos orejas al sexto de la tarde, numéricamente destacable, aunque hasta cierto punto fue un premio que le otorgaba la ilusión de una tarde en la que poco se vio. A este toro de nombre “Airoso” se le hicieron muy bien las cosas en los tercos de varas y banderillas, a ello le sumas la esperanza de un tendido que no quería abandonar la plaza sin triunfos dobles. Garrido estuvo bien y el animal se dejó llevar, sometido. Aunque estéticamente y en conceptos de torería, elegancia, delicadeza y despaciosidad destacó Sergio Serrano con una mano baja prodigiosa en la que se enroscó con el primero de Murteira, lo que le valió una valiosa oreja. Juan Leal pasó sin pena ni gloria, sin muchas opciones ni labor meritoria.

Abría plaza un toro de Murteira Grave aplaudido en la salida. Sergio Serrano lo recibió por verónicas, estirándose, conduciendo su embestida guiándolo con todo su cuerpo. En varas cambio de tercio fue precipitado, dejándolo crudo. Brindó en los medios y allí lo esperó para pasárselo por la espalda. Arrastrando con suavidad la muleta y tirando de su embestida. Ligeramente reservón, pero cuando acortaba las distancias y lo enganchada, se enroscaban en un sin fin de naturales, que parecían no tener final. El desmayo, pulcritud y torería de Serrano calaba en los tendidos. Le dio sitio y tiempo, dejándole respirar. Requería mucha destreza, pues de fuerza escaseaba, había que llevarlo muy metido, pero enseñándole la salida con un pequeño respiro al final de cada natural. Se lució, todo lo que le faltó al animal lo puso él. Falló con los aceros, pero acertó con el descabello.

Juan Leal recibió a “Medialuna”, después de haber devuelto a “Espinaca” por una cornada en los cuartos traseros. El recibo fue amenos, en una mera labor de brega. Empezó la faena sometiéndole por abajo, genuflexo llevándole con ritmo y abriendo el compás. Acortaba las distancias, quedándose encima obligando a rectificar a Leal. La embestida era abrupta y cuando tocaba la tela se volvía aún más violento. Intentó ralentizar y suavizar las embestidas, sobre la mano derecha, llevándole con los vuelos, siempre tirando de él, templándole. Era cosa de muñeca y hombro, pues el toque fijador le marcaba un inicio pausado pero ligado. Se dejaba llevar y respondía, aunque no podía perder de vista la tela. Quiso lucirse, dejándosela muerta y tirando de él, muy fijo en la franela. Lo hizo muy muy despacio, a lo que el toro obedecía con una continuidad pasmosa, colocando y humillando, sobre todo por el derecho. Alargó en exceso, pero el cierre al natural mereció la pena. Los aceros deshicieron su meritoria faena.

Garrido saludó al tercero por verónica, muy sutilmente, enseñándole el camino. El animal estaba abstraído, pero Garrido captó su atención en la tela con una primera serie bien llevada, alejada del tercio. Se metía por dentro, sabía donde estaba el cuerpo, había mucho peligro. La embestida era desmedida e irregular. El diestro intentó buscar los terrenos y obligarle por abajo con un buen toque fijador. La faena fue un constante tira y afloja en la que el animal no se dejaba y se fue entero, soltaba la cara por alto. Mató con aseo, no sin riesgo.

A Capelisto lo frenó Sergio Serrano, siempre paciente y muy sutil en los lances de recibo. Educó su embestida, dejando ver sus condiciones. El de Murteira Grave se mostraba ajeno a la tela, paseándose por encima del estaquillador, volviéndose en corto y buscando. Había que buscarle las opciones, algo que Serrano intentó. Pero no había opciones se rajó apagando la Tauromaquia de Sergio. Mató con aseo.

“Ardiente” se enceló en el capote de Juan Leal, quien lo sacó al paso hasta los medios, gustándose, aunque con un animal reservón. Una declaración de intenciones fue el inicio del último tercio en los medios, esperándole muy tranquilo, pasándolo por la espalda. El animal acudía a su querencia, con intención de rajarse, con embestidas defensivas al verse sometido. Encauzó alguna serie, llevándole a media altura, tragando y aguantando mucho, aunque toreándole en los tercios. Fue meritorio, las miradas constantes amenazaban al diestro, que no tuvo opciones. La suerte suprema no mereció ser destacada.

La jota, la movilidad de “Airoso” y la soltura de Garrido levantaron a los tendidos. Empezó genuflexo, sacándole y obligándole por abajo. Gustándose y luciéndose. Impecables fueron el tercio de varas y banderillas, un oasis en una tarde en la que poco se pudo destacar. Brindó al público e inició una faena que despuntaba maneras. La torería de Garrido y el garbo de “Airoso” permitían una conjugación de naturales lentos y suaves que tuvieron con resultado tandas ligadas y continuadas, llevadas con ritmo por abajo. Se mostró con un cite fijador, determinante y recto lo encelaba en la tela, aprovechando la inercia y movilidad del animal. Se adornó, estaba cómodo y lo supo transmitir. Los muletazos venían uno tras otro, aunque no quiso excederse en su faena, así que estuvo muy comedido ante un astado que se dejó llevar, totalmente sometido a las exigencias del diestro.

Añover de Tajo. Toros de Murteira Grave, desiguales, aunque aplaudidos en su salida. Sin juego a excepción del primero, el sexto y los destellos de calidad del tercero por el pitón derecho. Sergio Serrano, oreja; Juan Leal, aplausos y silencio; José Garrido, silencio y dos orejas.


FOTOS Eusebio Sánchez

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