lunes, 29 de abril de 2024

Una oreja y media

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Feria de Otoño 

Paco Ureña pasea la primera oreja de la tarde | GUARISMO DEL OCHO

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ




Las Ventas celebró el tercer festejo de la Feria de Otoño con un mano a mano entre Miguel Ángel Perera y Paco Ureña, que se midieron a los astados de Juan Pedro Domecq, Núñez del Cuvillo y Victoriano del Río. Los ejemplares acometieron por obligación pero sin interés, a excepción del segundo y el quinto, pues este último embistió hasta las últimas consecuencias en un faena de Perera definida en largo.  El segundo dejó a Ureña expresar su Tauromaquia, calando con rotundidad en el público venteño. Al resto de la tarde le faltó ese punto de intensidad, transmisión y pulcritud. Perera parecía estar abstraído, toreando siempre sobre seguro midiendo mucho a su lote. Ureña se dejó ver, con faenas bien construídas en las que arriesgó sin importar las consecuencias. Cortó la única oreja del festejo.

El primero salió suelto y sin interés en la tela, intentó encelarlo sin lucimiento Perera. Empezó por abajo, templando y guardando las distancias y el  tiempo. La embestida por el pitón derecho tenía mayor profundidad llevando la cara a media altura, pero con pulcritud. Por el izquierdo mostraba mayor agresividad e irregularidad. Mató con aseo dejando el  acero caído.

“Ricardito” pasó sin lucimiento en el saludo capotero de Ureña, quien no se pudo estirar. Empezó la faena por estatuarios rematados por un trincherazo con descaro. Le buscó por abajo, alargando los naturales hasta vaciarlo. Había que mimarlo. Ureña se dejaba la mano atrás y le enseñaba el trazo del nuevo muletazo. Le buscó el punto y no se excedió. Dejó la espada en lo alto.
Perera lo recibió con la pierna flexionada, sometiéndo por abajo, a un toro repetidor y que entraba colocando la cara, aunque quedándose corto. Lo recibió a pies juntos, sin moverse, totalmente atalonado. Una faena suave y lenta con una continuidad pasmosa, en la que Perera le buscaba intentando domeñarle. El astado tenía fijeza y se colocaba bien, pero le faltaba recorrido y fuerza. El espada lo puso todo, estirándose y dejándosela puesta, buscó el baile al mismo compás, con muletazos largos. Sin embargo, le faltó transmisión. Falló en la suerte suprema, recurrió al descabello.

Ureña tenía maneras, ante el cuarto, estirándose a la verónica. Lo recibió genuflexo con naturales infinitos. El astado era áspero, pegajoso y en ocasiones venía cruzado. Había que curvar su embestida y buscar su salida. Lo llevó con torería, sin embargo, las series se construían natural a natural, sin ligazón y perdiéndole pasos. Su obediencia era selectiva. El estoque quedó delantero y caído.

El quinto no terminó de romper en el saludo de Perera. El diestro lo ligó en los medios con naturales largos y profundos en los que no se apreciaba el final. Respondía en las distancias largas con prontitud y movilidad. El diestro aprovechó la inercia para configurar tandas pulcras, con intensidad y lucimiento, en las que los naturales se contaban por “olés”. Lo llevó metido, ensimismado. Encontraron el compás y bailaron al mismo son. Perera lo respeto y cuidó, esperando su respuesta. Lo toreó por abajo, dejándosela muerta y tirando de él, vaciando la embestida por debajo del morrillo. Repetía, también en corto, planeando en la tela con garbo. Había faena. La cerró por bernardinas muy ajustadas en las que arriesgó sobrepasando los límites. Revolucionó la plaza. Ejecutó la suerte suprema tras el aviso, tirando la faena.

Ureña enceló al último de la tarde sin lucimiento. Fue devuelto a corrales. No hubo repercusión en capote. Inició la faena sometiéndole por abajo y obligándole a volver, le cerró. Repetía a la intensidad pautada por Ureña. Sin embargo, se rajó, no tenía interés en la tela, acudía descaradamente a tablas. Había que atarle en corto, sin quitar la franela del morrillo. Lo toreó en tablas, sin llevarle la contraria, arriesgando con unas embestidas agresivas. La espada tenía muerte, aunque no fuera en el sitio. Tardó en echarse.

Las Ventas (M). Toros de Juan Pedro Domecq, Núñez del Cuvillo y Victoriano del Río para Miguel Ángel Perera, silencio, silencio tras aviso y vuelta al ruedo; Paco Ureña, oreja, silencio, saludos.

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