Crónica
FRAN REBOLL |
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Abría el festejo un ejemplar de Adolfo Martín, de nombre “Monerías”, perteneciente al lote de Octavio Chacón. Un animal abstraído de salida, reservón y de muchas miradas. Le costó romper en el capote, saliendo suelto, lo que obligó a Chacón a templarlo y probarlo. Para después recoger la embestida y sacarlo a los medios. En el inicio de faena, Chacón lo probó por ambos pitones, siendo algo más rebuscón por el derecho, pero humillando y colocando la cara. Tenía prontitud y se dejaba guiar, ligando muletazo a muletazo hasta crear tandas medidas, llevadas a buen ritmo. El diestro se la mostraba recta, dejándosela en largo, con el brazo atrás, sin quitarle la muleta de la cara, pero sin abusar ni descomponer. Poco a poco, la ligazón no se perdía pero los naturales se distanciaban, manteniendo la estructura de la faena y sin deslucir. “Monerías” aguantaba y seguía obediente ante las directrices de Chacón, razón por la que alargó la faena. En los últimos compases dejó de humillar, quedándose corto, el mismo momento en el que el matador acudió a por la espada. Lo mató con aseo y en el sitio.
“Aviador”, segundo de la noche y primero para Morenito de Aranda. Lo frenó en la tela, tanteándolo e intentando sacarlo hacia fuera. Comenzaba el último tercio, probándolo brevemente y sacándolo al paso a los medios. Observadas las condiciones, empezaba la tanda, con mucho sitio y mostrándosela al tiempo que lo citaba con un toque y voz fijadores. Era una faena de mucho mimo, en la que el de Adolfo no permitía fallos, se quedaba corto, volviéndose y buscando el cuerpo. No permitía la continuidad, metiéndose por dentro y entrando recto. Morenito no paraba de buscar los terrenos y las distancias, pero requería un gran esfuerzo, él estaba más metido en la faena que el animal. Le buscaba en los vuelos dando salida para que se quedara envuelto en la tanda, sin embargo, esa continuidad nunca llegó. Las complicaciones aumentaban, pues el cabeceo, salidas por alto y en busca del cuerpo, cada vez se acentuaban más. Le costó cuadrarlo, no paraba de escarbar, lo mató al tercer intento dejando una espada defectuosa.
Marcaba el ecuador del festejo “Baratero”, también ovacionado en su salida. Octavio Chacón lo frenó, templó, guió, enceló y llevó a los medios, totalmente metido en la tela. Muy pausado, esperándole, Octavio le recibió en la muleta, abriendo su embestida, llevándola muy marcada. Uno a uno, controlando los naturales, sin perder el control sobre el toro. Había distancia, aguantándolo, mientras se quedaba corto o se paraba en mitad del natural. El diestro no quería que el morrillo rozará otra cosa que no fuera la tela, por lo que intentaba llevarlo con los vuelos. Sin embargo, fue complicado, miraba y no paraba, a pesar de la prontitud al cite. Abstraído hasta el final. En la suerte suprema, la espada entraría al segundo intento.
El quinto del festejo, “Mario”, salió rematando en tablas. Morenito de Aranda ejecutó un saludo capotero en el que se estiró obligándole por abajo hasta sacarlo. Pegado en tablas lo recibía en la franela, le costó captar su atención, el animal estaba abstraído. Lo sacó a los medios y empezó con la mano izquierda, dándole tiempo. El de Adolfo bajaba y humillaba, había recorrido en la embestida, solo había que continuarla. Estaba transmitiendo a base de natural a natural, le bajaba el engaño y tiraba de él, marcándole el recorrido. Le tomó por el pitón derecho, de iguales y buenas condiciones que dejaron a Morenito configurar la faena que el segundo no le permitió. Estaba cómodo ligando al natural, con profundidad y determinación. Se la dejaba con desmayo, sometiéndole por
o abajo, cuajando la faena. Ejecutó la muerte suprema al segundo intendo, metiendo el estoque hasta la bola.