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PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
El Domingo de Ramos en Madrid tomaba forma de tarde histórica. La plaza estaba prácticamente llena, no se veía el cemento. Llegaban las 18:00 horas y Emilio de Justo trazaba el paseíllo. Salió a saludar y se abría la puerta de chiqueros, respirando en el ambiente un aire de grandeza. Iba a suceder algo grande. Sin embargo, el primer toro de la tarde, un toro de Pallarés ponía fin a la encerrona histórica de Emilio de Justo, el diestro extremeño resultaba herido en la suerte suprema. Cortó una oreja, que no pudo pasear, tuvieron que llevárselo a la enfermería, él no podía mantenerse en pie. En su lugar, continuó la tarde el sobresaliente Álvaro de la Calle, que se midió a los cinco toros restantes, con solvencia, ante el público venteño. Destacó un ejemplar de Victoriano del Río, de nombre “Duplicado” que se ganó al público desde el primer momento. Cumplió en cada uno de los tercios, pidiendo muleta con una embestida que pedía tela y que recibió, merecidamente, la vuelta al ruedo. Álvaro cumplió, pero la historia tendrá que esperar.
“Romano” de Pallarés abrió la tarde en las manos de Emilio de Justo. Lo frenó, abriéndolo hacia fuera, estirandose a la verónica con un astado que seguía la seda con celo. Inició la faena tras brindar al cielo, sin probaturas, llevándolo al natural, aprovechando el buen tranco y garbo con el que se movía y tomaba los vuelos de la franela. Tras una primera serie muy intensa, ralentizó el compás, bajándole la mano, ahora ya por la derecha, rompiéndose con él. La plaza estaba entregada al toreo cadencioso del extremeño. Marcó muy bien los tiempos, tomándolo delantero y llevándolo toreado hasta el final. El toro dijo basta por el pitón derecho, así que retomó el pitón izquierdo, con naturales y remates que levantataron los tendidos. Al entrar a matar, Emilio de Justo resultó prendido feamente. Al caer el toro, le llevaron hasta la enfermería.
No pudo continuar la lidia y en su lugar continuó el sobresaliente Álvaro de la Calle, que saludó a “Almirante” de Domingo Hernández, bregándolo en el tercio. Lo tanteó por ambos pitones, por abajo, sacándolo hacia los medios en el inicio del último tercio. Llevó una buena serie continuada. Sin embargo, empezó a descomponer la embestida al tocar la tela. Hubo que ahormar la embestida, estando muy en el sitio para que el animal terminara de pasar. El aire empezaba a levantarse, sumándose a la faena de Álvaro, que luchaba por templar la embestida, pero sin evitar que se le frenará. No terminaba de pasar, él quería seguir con la faena pero el público pedía que lo pasaportara, así que cambió la ayuda por la espada. En la suerte suprema la espada entró con suavidad, pero no estuvo certero y sonaba segundo aviso y el animal seguía sin doblar.
Álvaro de la Calle saludó a “Platero” de Victorino Martín, con una brega breve en la que lo midió y guió. Volvió a empezar la faena de muleta por abajo, probándolo por ambos pitones. El de Victorino perdió las manos y parecía haberse lastimado, quedó claramente mermado. A pesar de todo, el espada continuó la faena, por alto, mimándolo, esperando a que recobrara las fuerzas. No era para lucirse, el toro entraba a un tranco lento, pero con fijeza en la tela, así que Álvaro quiso aprovechar lo poco que le brindaba para diseñar una faena, con tandas y muletazos muy medidos. En la suerte suprema, logró hundir el acero al segundo intento. Sin embargo, el animal no doblaba y llegaba el primer aviso. Lo pasaportó con el golpe de cruceta.
Álvaro de la Calle lo recibió con una larga cambiada de rodillas al de Victoriano del Río, para después seguir en los medios hasta rematarlo. “Duplicado” cumplió el tercio de varas, arrancándose hasta el caballo y empleándose. El toro se brindaba y Jeremy Banti se lució en el quite, al que hubo réplica por parte de Álvaro de la Calle. Se le hicieron muy bien las cosas al de Victoriano en el tercio de banderillas. El toro, fijo en el burladero, sólo tuvo que citarlo para que se arrancará y siguiera los engaños. Un inicio muy bueno en el que se aprovechó la inercia para ligar. El espada optó por las largas distancias, para después atarlo en corto en una serie en la que se lo dejaba muerto en el morrillo para tirar de con cadencia y torería. El aire lo descubría y tenía que volver a armar la muleta. Las embestidas del de Victoriano no tenían fin, empezó a llevarlo al natural, dejándosela puesta, encontrando alguna pincelada de temple. Faltó algo de acople, pero cuando le encontraba el punto, por abajo, planeaba en la franela, humillando, con fijeza. Metió la mano con habilidad, dejandola tendida, acertaría en el descabello.
Álvaro de la Calle volvió a recibir al de Palha con una larga cambiada de rodillas, arriesgando. En los primeros compases de la faena cambió los terrenos, lo fue sacando más allá del tercio, Con un tanteo ligero. Se decidió por el pitón derecho, dibujando las series uno a uno, teniendo como adversario añadido al viento, que soplaba con fuerza. Trató de bajarle la mano, adelantando el cite para llevarlo totalmente metido, pero el viento jugaba aparte y lo descubría. Ya no pedía tela, así que alargó en adornos, sin terminar de encontrar transmisión y lo pasaportó. También fue prendido, pero sin consecuencias.
El espada se fue directo a la puerta de chiqueros para recibir al último de la tarde a Portagayola, para después encelarlo en la seda desde los medios. Lo recibió genuflexo, probándolo por ambos pitones. Siguió sobre la mano derecha con un toro descoordinado y mermado al que había que cuidar y mimar en los pases. El animal seguía los engaños, entregándose en sus posibilidades. Siguió por el pitón izquierdo, con una serie que no pudo rematar por el viento. Ambos, toro y torero, lo intentaron. El diestro empeñó su faena con los aceros.
Toros de Pallarés, Domingo Hernández, Victorino Martín, Victoriano del Río, Palha y Parladé para Emilio de Justo oreja y herido. Continuó la lidia el sobre, oreja tras aviso, silencio tras aviso; vuelta al ruedo para toro y torero; ovación